De la dualidad Cervantes – Don Quijote





Luis Navarro Arteaga

Grandes decepciones padeció Miguel de Cervantes a lo largo de su vida. Incontables desventuras vivió, también, su más grande personaje, Alonso Quijano que por voluntad propia se convirtió en el caballero Don Quijote de la Mancha. Ambos, en sus existencias trágicas y cómicas, comparten situaciones que pudieron hacerlos desistir: la derrota, la cárcel, la discapacidad, sin embargo, tanto el escritor como su creación se empeñan en cumplir sus sueños y al final ambos son un referente de la sátira, de la libertad y de la obstinación.
Quijano era un hidalgo venido a menos que pierde la cordura y decide hacerse caballero para ayudar a los demás a resolver sus problemas, por su parte, Cervantes, proveniente de una familia de clase media que ha perdido sus privilegios,  se hizo soldado para pelear contra los turcos y pierde la movilidad en su mano izquierda.
Cervantes es en realidad un quijote. Un hombre que lucha por sus sueños hasta el final de su vida y es también un visionario.  Dicen que los genios nunca son comprendidos por sus contemporáneos, porque se adelantan a su tiempo y después de dejar este mundo terrenal comienzan a ser valorados. Van Gogh acompaña al autor de las novelas ejemplares en esta situación. 
Aunque el autor de El Quijote gozó de algunos éxitos, murió pobre y tuvo una vida más de penas que de triunfos. Nació en Alcalá de Henares. En su juventud, se enfrentó a duelo a un tal Antonio Segura, a quien hirió. Debido a esto huye a Italia, posteriormente se hace soldado en la compañía del capitán Diego de Urbina y batalla contra los turcos, pero el día de enfrentar a  los enemigos de España, Cervantes tiene fiebre. Así pelea y así pierde la movilidad en el brazo izquierdo, que le vale el mote de Manco de Lepanto, que es el lugar donde se dio el enfrentamiento.
Se mantuvo durante un tiempo en Nápoles, pero cuando intentó volver a España, el barco en el que viajaba fue capturado por una flotilla turca que los hizo esclavos a él y a su hermano Rodrigo. Estuvo preso cinco años en Argelia, hasta que se logró reunir dinero para pagar su rescate.
De vuelta a España, se dedica a varios trabajos y a escribir poesía, teatro y narrativa, pero será casi al final de su vida cuando escribe El Quijote, es cuando va a gozar de un poco de notoriedad, pero no la de una súper estrella del arte, que tiene ahora.
Las similitudes entre lo que vivió el escritor y las desventuras del Quijote nos hacen pensar que de alguna manera Cervantes quiso legarnos un libro de sucesos tragicómicos, en los que un hombre de edad que desperdició su vida y su mente en libros de caballería, decide ir por ahí arreglando vidas, sin que se lo pidan. Don Quijote se vuelve el símbolo de la justicia, de la locura, de la libertad y la obstinación por perseguir sueños que a veces parecen imposibles de alcanzar. Un libro que al mismo tiempo es un poco de su vida, contado con una risa triste y agazapada detrás de la sátira, que 400 años después de su muerte sigue conmoviéndonos.












Comentarios